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Un camino de reencuentro con tu esencia sonora

La música es la más grande y genuina expresión del espíritu del ser humano, tan básica para su desarrollo y su existencia como lo es el lenguaje. A través de la música las personas adquieren mayor conciencia de sí mismas, del entorno y de los demás y aprenden una valiosa forma de canalizar y transformar sus emociones. Con la música podemos desarrollar de manera única nuestra imaginación y nuestra inabarcable creatividad. La música es nuestra puerta de acceso más directa al reino del alma, dónde experimentamos belleza, orden, armonía, un aliento cargado de afectividad profunda. Hacer música es celebrar la vida y por ello debería ser una experiencia cotidiana para todos los seres humanos, como así lo ha sido en todas las culturas y en todos los momentos de la historia. Poder cantar en un grupo, moverse con libertad y coordinación, explorar e interiorizar el universo sonoro de la música, tocar un instrumento, son experiencias que nadie debería perderse, lo mismo que pasear por la naturaleza, conversar con un amigo o leer un buen libro.

Lamentablemente en nuestra época se ha extendido, casi unánimemente, un aprendizaje musical desligado de las fuentes primarias del aprendizaje, que tiene que compensar una carencia básica de contacto con la música que suena, a base de dar explicaciones y tomar como referencia los símbolos reflejados en la partitura, cuya lógica interna nada tiene que ver con la lógica interna de la música tal y como suena y resquebraja el flujo de energía que la música pone en marcha. Por eso, este tipo de formación capacita para descifrar partituras, pero no para comprender la música y convertirla así en un lenguaje propio, capaz de ofrecernos todos sus grandes beneficios. La música se ha convertido en una actividad básicamente intelectual que no se fundamenta en la musicalidad sino en la inteligencia conceptual.

No es de extrañar, por eso, que muchas personas, tanto niños como adultos, no se hayan acercado a la música, o se hayan alejado de ella prematuramente, pensando que no tienen oído o capacidad para aprender música, y que haya una especie de conciencia colectiva de que la música no es para cualquiera, sino solamente para los que tienen determinadas capacidades. Lo aceptamos como una idea verdadera, sin cuestionarla, y en muchos casos llega a suponer una frustración significativa para muchas personas. Pero sería algo equivalente a decir que solo deberían aprender a hablar los más listos o a caminar los más hábiles motrizmente. Desde luego que para cualquier habilidad que se desee desarrollar existen aptitudes innatas diferentes y eso influye en la rapidez con la que se aprende y en el nivel de sofisticación al que se puede llegar en el aprendizaje, pero no es en absoluto significativo para el nivel de disfrute que se puede llegar a establecer con esa actividad y lo que puede llagar a significar en términos de desarrollo personal.

Toda persona puede aprender música sea cual sea su edad y sus capacidades innatas por el simple hecho de que es un lenguaje que es tan natural como nuestra respiración o nuestro latido cardíaco, y siempre que entendamos que es la música la que está a nuestro servicio ofreciéndonos sus enormes maravillas y no nosotros los que estamos al servicio de estándares de rendimiento predeterminados. Cuando un profesor le pide a un alumno que haga algo y éste no puede hacerlo, el alumno tiende a interpretarlo como que es una falta de capacidad suya, pero en realidad se trata simplemente de que se le está pidiendo que haga algo para lo que aún no está maduro. Es el profesor el que, en este sentido, está cometiendo un fallo. Debe averiguar que paso previo se ha saltado o que ritmo de aprendizaje está forzando.

Aprender música es un camino que empieza la primera vez que escuchamos una canción y que se va definiendo cuando comenzamos a captar la lógica interna de la música y vamos siendo capaces de percibir diferencias, unidades de sentido, vamos pudiendo absorberla a través del cuerpo y a expresarla con la voz y el movimiento coordinado. Poco a poco se va adquiriendo un vocabulario de patrones rítmicos y tonales y se entra en el mundo conceptual de la música cuando vamos comprendiendo su lógica interna.

Música  con Corazón es un sistema de enseñanza musical basado fundamentalmente en la teoría del aprendizaje musical desarrollado en los años 80 por el mundialmente conocido pedagogo norteamericano Edwin Gordon y que abre un nuevo paradigma en la enseñanza musical, aunque en realidad supone recuperar la esencia musical perdida: el aprendizaje de la música como un lenguaje auditivo. Gordon, basándose en una investigación rigurosa de cómo aprendemos música, esboza un camino secuenciado de habilidades y contenidos musicales que van favoreciendo la “audiation” (término acuñado por Gordon que significa escuchar música con comprensión). La música se aprende desde el sonido y no desde la partitura. Una vez que se tiene la base necesaria de “audiation” leer música será una habilidad más del músico pero no, como la gente tiende a pensar, la fuente del conocimiento de la música. La fuente del conocimiento de la música está en la música misma y no en su símbolo, como no puede ser de otra manera.

La música se aprende experimentándola, absorbiéndola con el cuerpo y la mente en permanente equilibrio, y teniendo la posibilidad de extraer su lógica interna, que no se explica con palabras sino que se demuestra con las capacidades que se desarrollan, la más básica de las cuales es la capacidad interpretar música y de crear las propias ideas musicales. Lo mismo que las personas dibujan lo que imaginan, así se debería cantar o tocar lo que se escucha internamente, para lo cual se ha tenido previamente que ver inmerso en música.

Música  con Corazón crea un camino de aprendizaje que se inicia desde el primer momento de la Vida y que continúa indefinidamente, en una relación gozosa y cada día más profunda con la música.

Características generales del aprendizaje en Música con Corazón

  • Se comienza el aprendizaje desde el inicio de la vida, sino antes. Por eso en Música con Corazón tenemos los primeros grupos de Música para Bebés donde las familias se involucran en el aprendizaje y los adultos mismos aprenden a enseñar música a sus hij@s.
  • Participación activa del cuerpo. Toda experiencia musical debe de ser procesada en primer lugar a través del cuerpo.
  • Asimilación de un repertorio rico y variado de canciones y recitados en todos los modos y métricas musicales. No hay fronteras entre estilos de música.
  • Construcción de un vocabulario musical de patrones tonales y rítmicos.
  • Desarrollo de un sentido musical basado en la experiencia y en la comprensión de la música.
  • Construcción de habilidades musicales muy diversas, entre otras:
    • Correcta afinación y colocación vocal, con sentido musical y fraseo.
    • Habilidades de coordinación básica entre el movimiento, la audición y la respiración.
    • Tocar el instrumento de oído, improvisar y componer.
    • Hacer arreglos y variaciones a la música conocida.
    • Leer y escribir música con comprensión.

Marisa Pérez

Directora y fundadora de Música con Corazón